viernes, septiembre 29, 2023

Catorce palabras en el entierro de un poeta.


DOMINGO, 3 DE JULIO DE 2011
Radar LIBROS - Página 12


Julio Herrera y Reissig finge que se inyecta morfina –lo que, por otra parte,
 se inyectaba con asiduidad– para ilustrar una nota publicada en la revista Caras y Caretas, en 1907.

Hijo de una familia aristocrática uruguaya, sobrino (o hijo, según la versión) de un presidente de la República, autodidacta, de salud débil y morfinómano, el poeta y ensayista Julio Herrera y Reissig (1875-1910) fue un adelantado de las vanguardias que comenzaron al mismo tiempo que él moría a los 35 años, celebrado y reivindicado por una cadena de poetas como Vallejo, Neruda, Alberti, Guillén, y la generación entera del ’27, Miguel Hernández, Lorca y Gómez de la Serna. El año pasado se cumplieron cien años de su muerte y ahora una antología devuelve a las librerías argentinas algo de su obra. Para darle la bienvenida, nada mejor que la extraordinaria introducción a La mejor de las fieras humanas (Taurus), la monumental biografía que el poeta, ensayista y académico uruguayo Aldo Mazzucchelli publicó en su país y todavía no cruzó el Río: el entierro en el cementerio de Montevideo en el que convergieron políticos, poetas, familiares, diplomáticos, anarquistas, y que terminó de la manera más hilarante y tremenda.

Por Aldo Mazzucchelli

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4323-2011-07-03.html




Ballard una autopsia del futuro interior.